Las figuras de liderazgo y de autoridad, han sido un pilar en nuestras relaciones sociales, políticas y laborales. Hemos visto que ser una autoridad está relacionado con actividades como: estar a cargo, tomar decisiones, guiar un plan con instrucciones y mucho más, pero ¿qué diferencias hay entre autoridad y liderazgo?

Si el entorno es inestable, si se busca reforzar patrones del pasado, o si por el contrario el foco está en abrir posibilidades, la capacidad adaptativa y autoridad de quienes integramos equipos de trabajo, dependerá del tipo de organización que pertenezcamos (resolutiva, burocrática, innovadora o comunal).

Podemos ejercer y percibir rasgos de autoridad en diferentes grupos: nuestra familia, nuestra organización o la universidad, porque hacemos parte de un contrato social, es decir que compartimos una cultura, creencias, normas y obligaciones.

A lo largo de nuestra evolución, y de la historia de la humanidad los cambios han sido imparables, resistirnos al cambio es evadir la oportunidad de ser mejores, pero existe una dinámica de cambio, ¿en qué consiste?

Hablar del éxito que han tenido las grandes compañías que hoy conocemos, incluso las que ya desaparecieron, es porque han atravesado un camino de aprendizajes, subidas y bajadas, con la capacidad adaptativa que han encontrado paso a paso en entornos impredecibles, más allá de sus indicadores, resultados y años en el mercado.

Ya conocemos cómo los entornos desafiantes pueden impulsarnos a desarrollar nuestra capacidad adaptativa, porque salimos de la zona de confort, debido a problemas y tensiones que nos impulsan a cambiar.

En nuestro post "¿Somos adaptables? Qué es la capacidad adaptativa y cómo empezar a desarrollarla” hablamos que nuestro escenario actual, está definido por un entorno VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), es por eso que la capacidad adaptativa de las organizaciones dependerá de su naturaleza: si son orientadas al cumplimiento de la norma, si desafían el statu quo, si hacen que las cosas pasen o si vibran con sentido colectivo.

Cuando nos encontramos en un escenario incierto, guiar nuestras acciones rumbo al cambio de forma ágil y eficiente, dependerá de los equipos de trabajo y sus ambientes. Aquí las capacidades de liderazgo pueden ayudarnos a mejorar nuestra capacidad adaptativa.

Sabemos que, durante la crisis sanitaria mundial, las empresas hemos tenido que adoptar ágilmente nuevas formas de trabajo, resignificando nuestras creencias y nuestras formas de interacción y generación de valor, para garantizar la sostenibilidad del negocio y en ese sentido, la del País.

Vivimos en un entorno cada vez más desafiante. Las nuevas tecnologías, los cambios sociales y las dinámicas económicas cada vez más complejas, son algunas de las variables que nos motivan a desarrollar una cultura de adaptabilidad, y en tiempos de grandes desafíos y ambigüedad, adaptarnos no es una elección, es el camino.

Como seres humanos, por naturaleza, hemos evolucionado desde pequeñas comunidades gracias a la agricultura, la domesticación de animales y la caza. Y, al mismo tiempo, estos hábitos han implicado aprendizajes en las relaciones sociales de nuestros antepasados.