Ya conocemos cómo los entornos desafiantes pueden impulsarnos a desarrollar nuestra capacidad adaptativa, porque salimos de la zona de confort, debido a problemas y tensiones que nos impulsan a cambiar.
Pero, si el cambio nos desequilibra, ¿qué nos puede salvar en esos momentos de no saber qué hacer? No te preocupes, adaptarnos al entorno es complejo, pero es posible gracias a la tensión y la contención, o sea ese ambiente que no podemos ver pero que sentimos cuando nos movemos y de forma proactiva vamos superado los desafíos. Nos estamos adaptando.
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Entonces, ¿cómo podemos enfrentar los problemas y las tensiones en una tarea habitual? Se trata de hacer la misma tarea, pero con una perspectiva más amplia, o sea, dar un paso atrás y preguntarnos cómo puedo encausar mis esfuerzos para superarlo.
En otras palabras, entre más sea la tensión alrededor, mayor será el desequilibrio. Podemos sentir que las presiones del entorno e incluso de otras personas nos estancan en ese proceso de cambio.
Pero, ¡tenemos buenas noticias!, cuando nos enfocamos en el reto y nos dirigimos a él con certeza, aprendemos que en el cambio sacamos nuestro máximo potencial, eso que nos lleva a alcanzar nuestras aspiraciones.
Imaginar que nos adaptamos nos puede hacer pensar en la incertidumbre de qué pasaría si… pero, nuestras ganas y nuestro potencial son nuestro mayor aliado en el camino constante del cambio.
Así que, ¡con toda! Este es solo el inicio, y en esta Guía para el desarrollo de la sensibilidad: ante los problemas, las tensiones y el cambio, encontrarás más respuestas y pistas para dar pasos decididos hacia en el cambio.